Sobre el voto y el cambio posible
 
   
 

Iñaki Sorbet
Diario Noticias 21 mayo 2007


 


Simplemente unas líneas sobre las posturas electorales coherentes desde un punto de vista alternativo. Hay gente descontenta con el sistema en general y con el político en particular. Hay un claro alejamiento de los políticos respecto a la ciudadanía y esto se ve especialmente en periodo electoral, cuando el intento de acercamiento al ciudadano hace que la clase política haga habitualmente el ridículo (candidatos vestidos con trajes regionales, con sonrisas postizas en los mercados, candidatos que aparecen en actos para sacarse la foto e irse a otro lado corriendo, es decir, aparecen pero no están, etc.). ¿Por qué sólo se ve a los políticos en esas poses durante la campaña? Evidentemente, nos quieren engañar. 


Desde mi punto de vista, con todos los defectos que tiene nuestra democracia -corruptelas, pelotazos, terrorismo, partidos y periódicos ilegalizados, paro, precariedad, racismo, intervenciones militares humanitarias …- es el sistema político menos malo que se me ocurre. Lo que toca es trabajar desde dentro o desde sus márgenes para cambiarlo, hacerlo más participativo, mejorarlo. Para hacer que los centros de poder estén lo más cerca posible de los ciudadanos. 


Y aquí vienen mis dudas. Hay personas y colectivos que trabajamos en el día a día para cambiar el sistema. Para denunciar sus fallos. Y podemos pensar que participar en sus elecciones es legitimarlo y demuestra nuestra pertenencia al sistema, algo que por otra parte es evidente (trabajamos y vivimos dentro del sistema, aunque nos fastidie). A partir de aquí surgen posturas alternativas más o menos militantes, como el descenso electoral, el voto en blanco, la abstención y otras. Y decía que aquí vienen mis dudas. Estas posturas terminan siendo testimoniales, aunque agrupen a una gran cantidad de gente. Esa gente es plural y representa perfiles personales y políticos muy dispares. Nadie se puede apropiar de su elevado número. Y pienso: ¿Qué hacer? Mantener una postura personal de coherencia y no votar a ningún partido, porque ninguno me gusta lo suficiente, con el consiguiente riesgo de que las cosas sigan como están (concretamente aquí, en Navarra, con la derecha haciendo a su antojo); o participar si se ve que hay opción real de cambio de poder y votar buscando una política un poco menos mala… 


Mis dudas siguen… Pero quizás haya que pasarse por las urnas aunque sea con pinzas en la nariz. Para que las Barcinas y los Sanz de turno no sigan pensando que son los que mejor representan a la sociedad navarra, que los legitima con sus votos. Y la coherencia habrá que trabajarla los otros 364 días del año.